Creo que ya va siendo hora de que
explique cómo es mi vida diaria en Viena. Cuando reservé el curso de alemán
desde la página web de la Universidad de Viena, me asignaron automáticamente
una residencia de todas las que posee la Universidad. Se suponía que los
primeros en ingresar la fianza en su cuenta tendrían las mejores habitaciones y,
por lo que he podido escuchar, reservar el curso el mismo día en el que se
publican las plazas tiene sus ventajas.
Mi residencia está en Tigergasse
(sí, querido lector, has leído bien, en la “calle del Tigre”). Con una fachada
azul bastante llamativa que no deja que sus habitantes se equivoquen de
edificio cuando vuelven de noche, es conocida por sus fiestas nocturnas… o eso
me dijeron los que habían vivido en ella. La verdad es que desde que vivo aquí
no se ha escuchado un solo ruido, no se oye ni una mosca. A veces me pregunto
si vivo sola aquí pero luego asomo la cabeza a la escalera y se escuchan los
gritos del “clan español”.
Y es que mi residencia está plagada de
españoles que, como de costumbre, prefieren ir todos juntos y hablar español en
vez de practicar alemán o inglés que es para lo que están pagando. En este
momento escucho la voz de mi padre en mi cabeza diciendo: “hija mía, qué
justita eres”. ¡Pues no! Resulta que ese nombre no se lo he puesto yo, es lo
que la gente que conozco de la residencia opina. De momento poca gente por aquí
sabe que soy española y espero que siga siendo así porque me niego a hablar
español mientras viva en Viena.
El otro día me encontré a dos
chicas en el pasillo que hablaban con una rusa y por el acento adiviné que eran
de España así que ni corta ni perezosa les pregunté de dónde eran. “Las dos
somos españolas”, fue su respuesta (¡punto para mí!), “¿y tú?”. “¿Yo? También
soy española”, respondí. La cara de sorpresa de las dos fue de portada de
revista y ahora sí, en español comentaron: “¿por qué no se te nota el acento al
hablar en inglés?”. En fin, desde entonces intento mejorar todavía más mi
acento y pasar desapercibida. ¡Todavía más! Estas dos chicas son de Valencia.
A lo que iba, en mi residencia
supuestamente comparto cocina y baño con otra chica pero ésta todavía no ha
aparecido así que campo a mis anchas por la habitación las pocas horas que paso
en ella. En Tigergasse hay tres tipos de habitación, que yo sepa. La que tengo
yo en la que tienes una cocina, una mesa y un baño completo con ducha que
compartes con otra persona más y las dos habitaciones separadas, cada una con
su llave; otra igual que la mía pero compartida con tres personas más y la
última, en la que duermen dos personas en la misma habitación.
La habitación está muy bien, es
bastante grande y tiene todo lo que puedas necesitar en el poco rato que pasas
en ella. ¡Sí, tengo una tele! Pero no sé si funciona porque todavía no he
tenido tiempo para probarla.
Cada mañana cojo die Bim (así es
como los vieneses llaman aquí al tranvía) y en cinco minutos estoy en el campus
de Alser Straβe, donde damos las clases. La verdad es que he tenido mucha
suerte porque el tranvía para en la esquina de mi calle y me deja en la puerta
de la universidad. Somos unas 900 personas matriculadas en la universidad para
hacer los cursos de alemán y compañeros de otras residencias me han comentado
que no tienen forma de llegar con transporte público, que tardan menos andando.
La verdad es que el campus es muy bonito, lleno de jardines y fuentes que te
invitan a bajar en el descanso a tomarte algo al solecito (sí, estos días a la
sombra morías de frío sin chaqueta).
En mi clase somos 17 personas de
diversos países y continentes: Islandia, Corea del Sur, Ucrania, Reino Unido,
República Checa, Azerbaiyán, Israel, Puerto Rico, Perú, España, Rusia, Italia y
Bosnia. ¡Creo que no me he dejado ninguno! ¡Y mi profesora, Gerlinde! Es
profesora de alemán en la Universidad de Viena desde hace 25 años y tiene un
acento “adorable” de las montañas austriacas que a veces dificulta su
comprensión pero todo es acostumbrarse. Es muy buena profesora, partidaria de
los juegos y la dinámica de grupo más que de los libros y la pura gramática así
que estoy aprendiendo mucho con ella. Mañana nos lleva de excursión, ya
veremos.
Las clases son cada mañana y
duran aproximadamente tres horas así que tengo toda la tarde “libre” para hacer
lo que quiera, aunque esta tarde siempre suele empezar con los deberes de alemán
y acaba repasando verbos irregulares en pretérito. Lo que está siendo todo un
reto es ir a comprar al supermercado. Necesito siempre una hora para cuatro
cosas. Benditos diccionario Pons móvil e Internet móvil. ¿¡Qué haría yo sin
vosotros!?
Edificio principal de la Universidad:
Me encanta tu habitación y el campus es precioso.
ResponderEliminar¡Cuánta variedad hay en tu clase! Es lo mejor de esos cursos, la cantidad de gente de distintos países que se junta.
Disfruta muchísimo, Liebling.
¡Mireia!
ResponderEliminarOMG! La universidad es sencillamente preciosa, ¡qué bonita! Me alegro que estés aprovechando las clases y ese ambiente con gente de tantos sitios tiene que ser genial.
Tú muy bien, huye de los españoles y practica el inglés y el alemán, que para eso estás allí. ¡Qué suerte con la residencia!
Muchos besos.
Qué asco de españoles, ¿eh? jajaja
ResponderEliminarMe encanta tu habitación y la diversidad cultural que tienes en clase. Seguro que puedes aprender mucho de tus compañeros también, no solo alemán con la profe ;)